El último episodio de Sandman escrito por Neil Gaiman se publicó en marzo de 1996. Después, durante diecisiete años, el personaje durmió en el limbo de los seres imaginarios hasta que el guionista de Porchester decidió despertarlo para ofrecer una única función antes de devolverlo a su lecho mágico y silencioso. El resultado es Sandman: Obertura, la serie limitada que desvela los sucesos previos a la captura de Morfeo por parte del ocultista Roderick Burguess (tal como estableció el episodio inaugural de la serie). Esta nueva obra —portentosamente dibujada por J. H. Williams III— nos devuelve al Rey del Sueño en todo su pálido y altivo esplendor. También a los miembros más populares de su peculiar familia, como Muerte o Destino. Y sobre todo, nos restituye uno de los universos narrativos más imaginativos, poderosos y atemporales de las últimas décadas. Evidentemente, el sueño terminó hace diecisiete años. Pero Sandman: Obertura contiene todos los ingredientes que hicieron del original un clásico contemporáneo.
Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, lo que pasa es que esto es lo que se llama una "precuela", o sea, algo encajado en la llamada retrocontinuidad.
Los sucesos que nos narran en esta serie ocurren antes del primer número de Sandman, una de las mejores series que he leído nunca y después de haber leído este primer número parece que mantiene el nivel de la serie anterior.
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